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Planes de mejora agrícola

Incrementar la competitividad de las explotaciones, a través de planes de mejora agrícola de los rendimientos y la reducción de los costes de producción, mejora las condiciones de vida y trabajo de agricultores y ganaderos en el medio rural, mejora las estructuras productivas de las explotaciones, incluyendo la innovación y la utilización de nuevas tecnologías y mejora las condiciones de higiene de las explotaciones ganaderas y de bienestar de los animales.

En definitiva, en Gestor Agropecuario, conseguimos la sostenibilidad de las explotaciones, la permanencia de la actividad agraria, generando o manteniendo puestos de trabajo, y por tanto, aumentando la rentabilidad de la explotación.

La forma de incrementar los beneficios agrícolas y de ganar más dinero, es reduciendo los costes de producción. Abaratar costes se puede conseguir sin que la producción se vea afectada. Incluso se pueden elevar los rendimientos agrícolas y beneficios.

La rotación de cultivos no supone costes en sí, y además de poder suponer menores costes en fertilizantes, conseguiremos generar mayores rendimientos agrícolas y un gasto mucho menor en herbicidas para ambos cultivos.

Algunos planes de mejora agrícola para incrementar los beneficios:

  • Retrasar la labranza y el paso de vehículos agrícolas sobre la parcela hasta que las condiciones del suelo sean óptimas. La compactación del terreno puede restringir la estructura de las raíces, generando un perjuicio en los rendimientos superior al que supondría el plantar más tarde. En suelos más ligeros, hay que hacer las tareas de labranza suficientes para facilitar el proceso de la plantación.
  • Hacer pruebas de suelo y sólo aplicar aquellos nutrientes que, según los análisis del suelo, estén limitando los rendimientos. Hay que trabajar con un buen laboratorio y después simplemente seguir las recomendaciones, teniendo siempre en cuenta que los vendedores de fertilizante están en el negocio para ganar dinero.
  • Establecer unas metas de rendimiento que sean realistas teniendo en cuenta los datos históricos y la productividad, sin aplicar nitrógeno en exceso. Para identificar cuánto nitrógeno hace falta, hay que poner metas prácticas y considerar el nitrógeno que queda en el terreno del cultivo anterior, así como el drenaje del suelo y los sistemas de aplicación empleados. En aquellas parcelas en las que se ha cultivado previamente una legumbre por ejemplo, hay que reducir las tasas de nitrógeno para aprovechar el que queda todavía en el suelo.
  • Abonar con estiércol plantar cultivos de abonos verdes si la parcela está en climas más cálidos. El abono verde debe permitir el uso de nitrógeno. Ambos suponen efectos beneficiosos y permiten reducir notablemente el gasto en fertilizantes.